Cuando Jorge Mario Bergoglio llegó al Vaticano en 2013 para el cónclave en el que terminó elegido papa, llevaba una pequeña valija con apenas un par de mudas de ropa. No pensaba quedarse. Al final, nunca volvió a la Argentina. Sin embargo, Francisco fue sin duda el primer y más argentino de todos los papas y, como muchos de los migrantes que tanto defendió a lo largo de su papado, mantuvo un fuerte vínculo con la patria que lo vio nacer a través de la comida.

El amor del papa Francisco por la comida casera

Fiel a su estilo sencillo, el papa Francisco era un hombre de gustos simples que disfrutaba de la comida casera por sobre todo. Descendiente de inmigrantes del Piamonte, las recetas italo-argentinas encontraban un lugar especial en su mesa.

Mario Medina, su chofer y amigo cuando Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires, contó que muchos domingos Bergoglio viajaba desde la Ciudad hasta el conurbano para almorzar con él y su familia.

“La mayoría de los domingos venía porque le gustaban los fideos caseros que hacía mi señora. Pero él no quería que lo vaya a buscar, se tomaba el subte a Constitución, después el tren a Ezpeleta y se traía el postre. Teníamos charlas de familia, compartíamos la palabra de Dios”, recordó en diálogo con TN.

Francisco, durante un encuentro con familiares en Buenos Aires años atrás. (Foto: EFE/Enrique García Medina).
Francisco, durante un encuentro con familiares en Buenos Aires años atrás. (Foto: EFE/Enrique García Medina).

Comer y escuchar

En la modesta familia Bergoglio, como en tantos hogares “tanos”, eran costumbre las “largas mesas dominicales”, según recordó Roberto Alborghetti, uno de sus biógrafos, en su libro En la mesa con Francisco.

Para Francisco, la comida era un momento sagrado, privilegiado para fomentar el diálogo en las familias y la sociedad en general, para “resolver problemas y unir generaciones”.

El papa Francisco durante un almuerzo masivo en el Vaticano. (Foto: AFP/Tiziana Fabi).
El papa Francisco durante un almuerzo masivo en el Vaticano. (Foto: AFP/Tiziana Fabi).

Compartir la comida es un momento para el prójimo. Es fuente de relación. Es hospitalidad. Y es escuchar a los que te rodean. Comer juntos es una acción muy evocadora y simbólica”, sostuvo el Papa, que en esos 12 años en Roma siempre eligió el comedor de la Casa Santa Marta y su “menú de menos 10 euros” como su cantina de predilección, según dijo el periodista español J.M Vidal.

El Papa no tenía un menú especial. “Come rodeado de los suyos, departiendo con todos, la misma comida que todos los demás. Como uno más. Aquí solo le diferencia el color blanco de su sotana y de su dulleta que, cuando la deja en el ropero, suele decirle al camarero: ‘No hace falta que me dé número’”, relató Vidal en una crónica de 2014.

El Papa Francisco corta una torta durante un almuerzo en un comedor de Florencia en 2015. Durante su viaje pastoral a Florencia, Francisco eligió almorzar no con la jerarquía eclesiástica toscana, sino con los pobres de la ciudad. (Foto: AP/ L'Osservatore Romano).
El Papa Francisco corta una torta durante un almuerzo en un comedor de Florencia en 2015. Durante su viaje pastoral a Florencia, Francisco eligió almorzar no con la jerarquía eclesiástica toscana, sino con los pobres de la ciudad. (Foto: AP/ L’Osservatore Romano).

El plato del Piamonte que lo volvía loco

Según Alborghetti, uno de los platos favoritos de Francisco era una receta típica de la región de Piamonte llamado bagna cauda, literalmente “salsa caliente”, que le enseñaron a preparar sus abuelos Giovanni y Rosa.

La bagna cauda era uno de los platos favoritos del papa Francisco. (Foto: Imagen ilustrativa generada con IA).
La bagna cauda era uno de los platos favoritos del papa Francisco. (Foto: Imagen ilustrativa generada con IA).

Se trata de una especie de fondue hecha con aceite de olivaajo y anchoas, que se sirve con verduras frescas y crudas como alcachofas, apio o zanahorias. Un plato generoso, hecho para ser compartido.

La homilía que dedicó a las galletas de su abuela

Su abuela también le inspiró una de sus homilías, Como las galletas de la abuela, en la que reveló que cuando era chico, su nona le hacía galletas “con una masa muy liviana”, que ponía en aceite para calentarla “y se inflaba, y se inflaba y cuando la comíamos estaba hueca”.

Según le explicó su abuela, “son como las mentiras: parecen grandes, pero no tienen nada dentro, no hay nada verdadero allí”.

Galletas con la imagen de Francisco en una pastelería de Lisboa durante la Jornada Mundial de la Juventud en 2023. (Foto: AFP/Patricia de Melo Moreira).
Galletas con la imagen de Francisco en una pastelería de Lisboa durante la Jornada Mundial de la Juventud en 2023. (Foto: AFP/Patricia de Melo Moreira).

La huella que le dejó su infancia

Francisco, que creció en un hogar humilde de Flores, aprendió de chico a respetar la comida: “con el pan no se juega”.

“De niño, en casa, cuando se nos caía el pan, nos enseñaban a recogerlo y besarlo: nunca se tiraba el pan”, le dijo el papa a Alborghetti. Su hermana, María Elena, contó para alimentar a sus cinco hijos, su mamá siempre inventaba platos con las sobras.

Alfajores, muzza con fainá y “salsa caliente”: los favoritos del Papa y su mandamiento sobre la comida

Son muchas las oportunidades en las que Francisco llamó a luchar contra el despilfarro. “La plaga de la pérdida y del desperdicio de alimentos es tan alarmante y funesta como la tragedia del hambre que tan cruelmente aflige a la humanidad”, escribió el papa en un mensaje enviado a la Asamblea de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). En su encíclica Laudato si, hizo un llamado global a distribuir alimentos de forma justa, proteger la biodiversidad y garantizar la sostenibilidad alimentaria.

En el Vaticano, cuentan que en una de sus visitas a las cocineras de la Casa de Santa Marta, les pidió que “por favor, no tiren el agua de la cocción de la achicoria”. “Me la tomo con gusto. Es buena y hace bien”, dijo sobre el caldito.

En otra carta a la FAO, el papa hizo hincapié en que “los productos de la tierra tienen un valor sagrado porque, simplemente, son fruto del trabajo diario de personas, familias, comunidades y campesinos”.

Un retrato del papa en una verdulería porteña, en 2023. Para Francisco los alimentos tenían un valor sagrado. (Foto: AP/Natacha Pisarenko).
Un retrato del papa en una verdulería porteña, en 2023. Para Francisco los alimentos tenían un valor sagrado. (Foto: AP/Natacha Pisarenko).

Bergoglio, el cocinero

En el libro de Alborghetti, María Elena revela que el pontífice “cocinaba muy bien”, que “le salían riquísimos los calamares rellenos” y que “le encantaba el risotto de setas”. También había un lugar en su corazón por los ñoquis o el matambre de pollo.

Jorge Mario Bergoglio sirviendo un plato durante una comida familiar en Buenos Aires. (Foto: Reuters/gentileza de Maria Elena Bergoglio).
Jorge Mario Bergoglio sirviendo un plato durante una comida familiar en Buenos Aires. (Foto: Reuters/gentileza de Maria Elena Bergoglio).

Hay quienes aseguran que Francisco sabía hacer el asado como nadie y que fue su abuela quien le enseñó a elegir los mejores cortes de carne.

Cuando era un joven sacerdote jesuita en el Colegio Máximo de San José, en San Miguel, Bergoglio no temía en cocinarles a los alumnos los domingos, porque no había cocinera. Un día, el periodista Sergio Rubín le preguntó en el libro El Jesuita qué tal le salían esos almuerzos, y Francisco respondió con su habitual ironía: “Bueno, no maté a nadie”.

En la mesa con Francisco, el libro que cuenta las recetas favoritas del papa. (Foto: gentileza Larousse).
En la mesa con Francisco, el libro que cuenta las recetas favoritas del papa. (Foto: gentileza Larousse).

Francisco, un argentino en el Vaticano

En El libro de cocina del Vaticano, publicado en abril de 2016, el chef y guardia suizo David Geisser reveló algunos de los platos favoritos del papa Francisco, que demuestran un paladar bien argento.

El guardia suizo David Geisser presenta el libro sobre la cocina del Vaticano al papa Francisco. (Foto: gentileza L'Osservatore Romano).
El guardia suizo David Geisser presenta el libro sobre la cocina del Vaticano al papa Francisco. (Foto: gentileza L’Osservatore Romano).

Según dijo, al sumo pontífice le encantaba la colita de cuadril, las empanadas de carne y la pizza de muzzarella con fainá.

En el libro Esperanza, Francisco profundizó sobre su amor por la pizza y lamentó el aislamiento que genera el poder, que lo alejó de la vida sencilla que llevaba en Buenos Aires. “Salir a comer una pizza es una de las pequeñas cosas que más extraño“, dijo.

Fieles le regalaron una pizza con su cara al Papa Francisco. (Foto: AFP/Osservatore Romano).
Fieles le regalaron una pizza con su cara al Papa Francisco. (Foto: AFP/Osservatore Romano).

“Una pizza en una pizzería tiene un gusto muy distinto al de una pizza entregada a domicilio”, explicó. “Cuando era cardenal, me encantaba caminar por la calle y tomar el subte. Las calles me hablaban, están llenas de enseñanzas”, afirmó.

Alfajores, muzza con fainá y “salsa caliente”: los favoritos del Papa y su mandamiento sobre la comida

El alfajor favorito del Papa

En cuanto a los postres, el Papa era muy dulcero. Siempre mantuvo en su corazón un lugar para el membrillo, el dulce de leche -del que llegó a decir que era “una tentación más fuerte que el demonio”- y los alfajores.

Según pudo saber TNsus favoritos eran unos alfajores de hojaldre con dulce de leche, cubiertos con coco rallado que fabrica la marca artesanal y familiar El Nazareno en Villa Carlos Paz.

Los conoció durante un encuentro de curas y obispos en Villa Cura Brochero y fue amor al primer bocado. “Era fanático de los de hojaldre’”, recordó Arturo Grisoni, uno de los dueños de El Nazareno.

El alfajor favorito del papa Francisco. (Foto: TN)
El alfajor favorito del papa Francisco. (Foto: TN)

Una vez electo Papa, eran los obispos que lo visitaban quienes le llevaban y pronto se convirtieron en el regalo que todos querían hacerle a Francisco.

El recuerdo del heladero del papa Francisco

El helado, se sabe, es una de las grandes pasiones argentinas. El consumo anual per cápita de helado artesanal es de siete kilos y nueve de cada 10 argentinos comen helado durante todo el año. El papa nacido en Flores no era ajeno a la tendencia.

En diálogo con TN, el “heladero del Papa”, el platense Sebastián Padrón, contó que mandaba entre tres y cuatro kilos por semana a Santa Marta desde su gelateria artigianale, ubicada en la Via Gregorio VII 38, a poca distancia de la ciudad del Vaticano.

Sebastián Padrón, el "heladero del papa", en su local de Roma y durante la visita con su familia en El Vaticano. (Foto: Instagram/padron.gelateria).
Sebastián Padrón, el “heladero del papa”, en su local de Roma y durante la visita con su familia en El Vaticano. (Foto: Instagram/padron.gelateria).

Según dijo, entre los sabores favoritos del Papa figuraban el dulce de leche granizado y gustos clásicos como “el chocolate o el sambayón”.

La muerte del Papa impactó duramente a Sebastián: “No abrí el negocio, me quedé en mi casa. Estamos con mucho dolor, mi señora llora desde hace dos días”.

Francisco fue uno de los primeros clientes de Padrón. Apenas abrió su local, Sebastián le llevó helado a Santa Marta y lo conquistó con las recetas que aprendió en la heladería Kuku de La Plata. “Nosotros teníamos un afecto muy particular con él y el dolor es grande, muy grande. En la calle la gente se ve triste”, dijo Padrón a TN.

El DNI argentino del papa Francisco. (Foto: AFP/Ministerio del Interior).
El DNI argentino del papa Francisco. (Foto: AFP/Ministerio del Interior).

El papa Francisco, embajador del mate

Mate que va, mate que viene. El papa Francisco fue sin duda, junto a Lionel Messi, unos de los mayores embajadores mundiales del mate.

Con su estilo cercano que tanto resquemor produjo entre los círculos más ortodoxos de la Iglesia, era común verlo detener el papamóvil para pedirle un mate -y/o chipá- a los fieles argentinos en la plaza de San Pedro durante la audiencia de los miércoles.

Francisco en la Plaza de San Pedro, a puro mate, el 12 de octubre de 2016. (Foto: ALBERTO PIZZOLI / AFP)
Francisco en la Plaza de San Pedro, a puro mate, el 12 de octubre de 2016. (Foto: ALBERTO PIZZOLI / AFP)

Siempre es más digestivo que el té o el café“, sostuvo en una carta a la expresidenta Cristina Kirchner, que lo había instado a ”seguir tomando mate” poco después de que asumiera en la santa sede.

También cuenta Alborghetti que el papa les hacía visitas sorpresa a sus amigos curiales argentinos en el Vaticano para compartir unos mates con masitas.

El papa Francisco toma un mate en la plaza de San Pedro del Vaticano. (Foto: APo/Andrew Medichini).
El papa Francisco toma un mate en la plaza de San Pedro del Vaticano. (Foto: APo/Andrew Medichini).

Por más jefe de la Iglesia que haya sido, Francisco, el papa “que fueron a buscar al fin del mundo”, como se autodefinió en su primer discurso, nunca dejó de ser un migrante argentino en Roma. En muchos de sus gestos, defendía cierta idea de la argentinidad, algo irreverente, creativa, solidaria, nacida en los márgenes y orientada hacia los marginados. Esa argentinidad que llevó hasta la ONU en 2015 cuando en un discurso citó el Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos,/porque ésa es la ley primera:/tengan unión verdadera/en cualquier tiempo que sea,/porque si entre ellos pelean/los devoran los de afuera”.

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